Suscríbete a nuestra newsletter para recibir actualizaciones sobre nuestros artistas, exposiciones, publicaciones y ferias.
Exposiciones
- Herbert Brandl
River Madrid Schwarze Sulm
Las claves de la pintura de Herbert Brandl discurren por las narraciones de lo innombrable, alejadas de categorías superfluas o de lugares comunes. Si la disyuntiva entre pintura figurativa y abstracta va poco a poco quedándose obsoleta, el caso de Herbert Brandl es un magnífico ejemplo que constata la ausencia de sentido de esta banal diferenciación. Todo el torrente de manchas y pinceladas cercanas a cierta concepción de la abstracción es tan sólo, en la pintura de Brandl, el resultado de una desaparición inconsciente del motivo. Pero no se trata de una pintura sin asunto, o una pintura cuyo asunto sea la propia pintura, que también, sino que la figura, el tema y la fuente directa de la que ha surgido la imagen ha ido descomponiéndose entre colores y pinceladas que alternan el ímpetu y la vehemencia de un pintor visceral y ese otro de gesto sosegado, calculador y mental.
De esta forma, la que conforma su quinta exposición en la Galería Heinrich Ehrhardt, presenta, bajo el título temático River Madrid Schwarze Sulm– hay que recordar que todas las muestras individuales celebradas en la galería han hecho alusión a la ciudad de Madrid- la obra más reciente del pintor austriaco. Estas alusiones y referencias, lejos de ser gratuitas, remiten a la idea de viaje, a la propia idea de estar en la pintura, de habitarla, lo que constituye uno de los ejes fundamentales de la producción artística de Brandl. Por supuesto que se trata de pintura abstracta y aunque en muchos casos no se vea, se trata también de pintura figurativa. Forma y factura. Sus cuadros generan oleadas y oleajes de pintura que van trasladando los temas y los motivos de un lugar a otro. En esas mágicas secuencias móviles se adivina aquello que en ocasiones parece oculto: montañas, paisajes, ríos.
Entre extraordinarias gamas de colores en las que se mezclan paletas a veces sosegadas y otras desgarradas se construyen colosales cuadros cuya envergadura, más allá del propio tamaño o del formato del lienzo, parece devorar al espectador en un brutal torbellino. Temperaturas y climas que rinden homenaje a los fondos más memorables de la historia de la pintura occidental como el Toledo de El Greco, los paisajes con tormenta de Rubens, El Bravo de Tiziano o Gigante sentado de Goya. Son tantos y tan dispares las referencias, los colores utilizados, las formas de sus lienzos, las mezclas generadas en el fluir pictórico, en ese cavilar pintando que desarrolla Brandl, que muchas veces se complica la acción de adivinar no sólo qué es exactamente lo que vemos o lo que miramos, sino cómo es. Cabría preguntarnos ahora de que color son realmente las cosas que miramos pausadamente. Y es ahí, en la propia cuestión, donde Brandl se detiene para mostrar entre capas, cubiertas, superficies, fondos, tonos y gamas un manto de pintura embaucador.
Absorto en el acto de mirar. Así se encuentra el espectador atónito frente al descomunal desarrollo de la pintura en los nuevos cuadros de Herbert Brandl. Quizás siempre había sido así pero antes su pintura no se deslizaba ni se filtraba tan ágil entre la trama del lienzo. Un juego de enfoque y desenfoque que propone al ojo un ejercicio complejo de concentración. Una pintura que pide y da. Que requiere una mirada atenta pero que concede un impagable y pleno deleite.