La soltura con la que maneja Zipp los muy variados soportes que componen el conjunto de su obra –pintura, escultura, textos, collage, videos o espectaculares instalaciones. Destaca a la hora de enfrentarse con sus exposiciones. Los singulares espacios –gabinetes donde acostumbra a presentar sus obras tienen algo de laboratorio científico y otro poco de casa de coleccionista. Espacios repletos, resultado de la exteriorización de un mundo en el que tanto el recién fallecido Albert Hoffman y la historia de las drogas que le rodeaba, como Otto Hahn y el mundo de la física nuclear, son parte del cosmos de Zipp. Siempre con ese tono general cetrino, y como si sus obras estuviesen encapotadas y “cargadas”, el artista alemán nos traslada a un lugar en el que uno podría preguntarse: ¿y ahora, qué?”
“¿Qué?” por la lejanía entre la situación y la realidad. Porque lo que Thomas Zipp realiza es un decorado para una situación irreal, absurda, en la que se aúna una sensación extraterrestre, de volcán y alienígena, con unos vientos de surrealismo modernizados, un surrealismo de otros iconos, otros fondos, otros paisajes y otra historia. Un surrealismo de ciencia ficción y destrucción parcial que Thomas Zipp nos va relatando exposición tras exposición.

Actualmente Thomas Zipp vive y trabaja en Berlín y en los últimos años ha inaugurado muestras en solitario en sitios como la South London Art Gallery, la fundación De Appel de Amsterdam, la Kunsthalle Mannheim, el Kuntsmuseum Mülheim an der Ruhr o el Kusntverein Oldenburg, además de colectivas en la Tate Modern, el ZKM Karlsruhe o la Bienal de Berlín.

Esta exposición ha sido realizada gracias a la gentileza de la Galerie Guido W. Baudach, Berlín