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Exposiciones
- Julia Spínola
Uno zurdo y uno diestro y uno zurdo y uno diestro
Bajar la calle; sentir el movimiento de las caderas; descubrir la sensación de envolver la calle con ellas…agarrar un picaporte, atraparlo; encajar la mano en una posición precisa y percatarse entonces de la existencia real de un hueso, ese que está ahí, ese del que no teníamos verdadera constancia.
Extraños fenómenos que conforman el discurso al que se enfrenta Julia Spínola en su primera exposición individual. Movimientos, gestos y acontecimientos intercalados. Experimentos y mecanismos corporales desarrollados a partir de recorridos localizados. Los que han llevado a Spínola durante estos últimos meses a repetir el trayecto que va de su casa a su estudio. Ida y vuelta. Caminos llenos de cuestas y pendientes a través de las cuales se ha ido dando forma a un esquema de trabajo que se desplaza desde la experimentación física del movimiento del cuerpo hasta la construcción de un lenguaje plástico, ahora más enfocado a lo escultórico, basado principalmente en la aproximación a un sistema de dualidades a partir del cual todas las piezas quedan divididas en dos partes, abordadas por la artista de manera distinta.
La calle como eje central, las dos aceras como márgenes laterales, subidas y bajadas como dinámicas de movimiento; el cuerpo como unidad, derecha e izquierda como simetría dislocada, lo zurdo y lo diestro. Todo ello ha conducido a Julia Spínola hacia la exploración de un lenguaje de lo doble que constituye el esqueleto, los huesos, de su obra, y que ahora asume con ciertas peculiaridades. Aquellas que componen la incesante búsqueda de un ejercicio improbable e ideal a partir del cual se han generado las instalaciones, los grupos escultóricos y los papeles que conforman esta exposición: la posibilidad de disociación de ambas partes del cuerpo para ejecutar al mismo tiempo dos cosas distintas, una cosa con la izquierda y otra cosa con la derecha.
De esta manera, todas las piezas de la exposición se comportan de la misma forma. La instalación central está dividida en dos planchas de madera pintadas en dos tonos de amarillo que vienen dados por el color de dos clases de manzanas que han quedado desperdigadas por el suelo de la galería a partir de un gesto ejecutado por la artista y que consiste en desplazar el grupo de manzanas asociado a un lado de la tabla, el que se corresponde con su color, hacia el lado contrario. Las manzanas quedan alteradas y su correspondencia originaria queda rota. Bajo el mismo sistema funciona el grupo escultórico formado por diecinueve cajas cuyo interior está dividido por la mitad por una cuña que hace las veces de calle en pendiente, y en cuyas dos partes se desarrollan, como si de pequeños lugares se tratase, mediante gestos manuales, piezas, equilibrios y posiciones dos acontecimientos distintos y enfrentados. Ese intercambio de áreas de influencia, esas zonas de interferencias son las que se plantean también en los papeles cuyas líneas centrales divisorias e invisibles generan dos partes intercambiadas.
El yin y el yang, lo mismo y lo otro; fronteras ambiguas, alteraciones que en definitiva proyectan nuevas lecturas y ritmos que terminan por fracturar irremediablemente la calculada división original.