Galería Ehrhardt Flórez

Exposiciones

  • Peppi Bottrop

Ángel izquierda/ Diablo derecha (Deus sive natura)

12/09/2024 - 08/11/2024
vista general
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Peppi Bottrop Untitled (PB.24.21), 2024 acrílico, grafito y carbón sobre lienzo 200 x 640 cm
Peppi Bottrop Untitled (PB.24.22), 2024 acrílico, grafito y carbón sobre lienzo 440 x 200 cm
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Peppi Bottrop Untitled (PB.24.08), 2024 carbón, acrílico y pigmentos iridiscentes sobre lienzo 300 x 284 cm
Peppi Bottrop Untitled (PB.24.12), 2024 carbón, acrílico y pigmentos iridiscentes sobre lienzo 310 x 282,5 cm
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Peppi Bottrop Untitled (PB.24.11), 2024 carbón sobre lienzo 290 x 185 cm
Peppi Bottrop Untitled (PB.24.24), 2024 grafito sobre lienzo 170 x 170 cm
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Peppi Bottrop obsc. St, 2021 grafito y carbón sobre lienzo 114 x 85 cm
Peppi Bottrop bl.but. Gl, 2021 grafito y carbón sobre lienzo 217 x 178 cm
Peppi Bottrop difr. r., 2021 grafito y carbón sobre lienzo 186 x 133 cm
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Peppi Bottrop hnk. bros., 2021 grafito y carbón sobre lienzo 186 x 133 cm
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“Hay dos problemas en la pintura: -observó Frank Stella- una es averiguar qué es la pintura y la otra es averiguar cómo hacer una pintura”.Peppi Bottrop se enfrenta a estos dos problemas y a aquellos otros que desde ahí se producen en el hecho y en el plano pictórico.

En su segunda exposición en Madrid, que se presenta en la Galería Ehrhardt Flórez bajo el título Ángel izquierda / Diablo derecha (Deus sive natura), se plantea una marcada dualidad. Mientras unas cosas suceden a un lado otras suceden en el otro. La muestra, que en relación con su producción anterior supone un significativo punto de inflexión presenta un cuerpo de trabajo totalmente nuevo e inédito dividido en tres tipos de obras distintos.

En primer lugar, una selección de pinturas realizadas en el año 2021, y que, aunque desconocidas aún, están en sintonía con un cuerpo de obra más reconocible de Bottrop. Tienen por tanto un carácter más continuista con otras etapas anteriores, pero incorporan nuevas cuestiones relacionadas con el lenguaje, el signo y la numeración. En segundo lugar, y ya en otra de las salas, hay dos pinturas de grandes dimensiones, fechadas en este mismo año 2024, enfrentadas a dos dípticos, uno horizontal y otro vertical, que muestran de manera clara y directa la dualidad inicial de la muestra.

Dos de estas pinturas, de fondos oscuros, grises y negros, se alejan ya de un planteamiento meramente visual. Es decir, el espacio pictórico abierto por estos cuadros es accesible desde otros lugares distintos al de la visión. La mancha, más liquida que en otras piezas anteriores, discurre ahora sobre la superficie como un manto, que es aquí soporte o superficie adicional para otras capas ópticas que, tal y como por ejemplo sostenía Greenberg al hablar sobre Noland o Louis, […] abren y expanden el campo pictórico […] . La pintura absorta en los límites retinianos transcurre ahora en un campo extenso donde el lenguaje, el pensamiento y la visión actúan unos sobre otros. Estos paisajes tenebrosos, pinturas “all over”, actúan también como el lugar donde aparecen motivos vegetales, flores, lunas y todo tipo de fantasías y delirios ópticos.

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Frente a ellas cuelgan dos parejas de dípticos. En ellos, y de memoria, sin acudir al natural, Bottrop pinta, por primera vez, unas imágenes figurativas, realistas más bien, de unos alambres de espinos que recorren y cruzan, en horizontal y en vertical, las telas. Esta nueva pintura penetra en otros espacios. Es una pintura abstracta pero representacional. Mantiene el modo gestual, pero se hace más “impersonal” y objetiva en la factura. Es referencial a la imagen que representa y auto referencial como síntesis de todos los gestos, líneas y nudos que han ido articulando la pintura de Bottrop durante años. Se trata casi de un gesto macro, de enfoque, escala y percepción aumentada que muestra en detalle un alambre de espinos como conducto o recorrido compositivo del cuadro. Esta nueva obra, alusiva a la imagen, es a la vez pictórica y literal. La idea de representación y su interpretación pictórica, tal y como sucedió con las primeras banderas de Jasper Johns, se hace reconocible como imagen, permitiendo así un distanciamiento y una abstracción del motivo, en dirección a un juego donde conviven la contradicción y la paradoja, la ironía y la alegoría. Con estas pinturas tituladas Barbed wire, en un ejercicio lingüístico de alusión textual al motivo representado, Bottrop replantea ciertos paradigmas, que, en oposición, mediaron en una de las transformaciones más esenciales de nuestro arte reciente.

Desde una perspectiva histórica, la pintura de Bottrop parece resituar, en cierto sentido, el paradigma de finales de los cincuenta del siglo pasado donde la ambigüedad de Johns o Stella, o Noland o Louis, unían el legado de la Escuela de Nueva York, triturado y deconstruido, con el rescate (innovador en aquel momento) de la provocación duchampiana. Se percibe en estos nuevos trabajos de Bottrop algo de su pincelada autográfica, la que había caracterizado parte de su pintura anterior, pero de forma inesperada y súbita aísla la imagen representada y reconocible, llegando a su total abstracción. Son estos juegos representacionales los que hacen del lenguaje y la imagen los elementos renovadores de su pintura reciente.

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