Para esta quinta exposición de Otto Zitko en la galería, titulada (NO) BIG DEAL, se han seleccionado una serie de obras recientes que muestran las nuevas derivas que su trabajo ha tomado.
Por un lado, nos encontramos un grupo de pinturas realizadas sobre soportes de aluminio -muy común en su trabajo desde hace décadas- y por otro, una serie de trabajos sobre papel. Las piezas de aluminio están ahora intervenidas con un nuevo tipo de pintura y rotulador, nuevos materiales que implican nuevas técnicas y que a su vez generan un nuevo tipo de velocidades, registros y desplazamientos pictóricos. Estos efectos tienen que ver fundamentalmente con el color y con el deslizamiento del trazo, que escurre y se deposita sobre la superficie de una manera distinta, dejando sobre el soporte una impronta diferente a la que tenían sus cuadros anteriores.

En (NO) BIG DEAL el negro, el azul o el rojo vuelven a cobrar protagonismo pero no desplazan por completo a unas gamas cromáticas más desconocidas en su trabajo. Cuadros amarillos, granates, violetas, verdes y naranjas completan la selección de pinturas.
De hecho, el color parece determinar de alguna manera la composición y el gesto de cada cuadro. El tono, tanto en las piezas que utilizan uno solo, como en las que se alternan distintas gamas, condiciona por supuesto el color pero lo que es profundamente llamativo y que requiere un análisis más detenido es la relación establecida entre el color, el gesto y la composición. Aquí es curioso observar cómo, por ejemplo, el amarillo cubre más superficie que otros colores y el trazo se acumula en zonas más densas que terminan por componer cuadros formados mediante bloques cromáticos. Otros colores, sin embargo, empujan al pintor a un gesto mucho más líquido y fluido. Si en unos cuadros las fuerzas del gesto constituyen una energía hacia el interior de la obra, en otros el gesto y la línea se escapa, y propone lecturas y dibujos fuera de los propios límites del cuadro.

En anteriores ocasiones Zitko había intervenido las paredes de la galería y en otras exposiciones se habían combinado dos facetas muy notables de su trabajo que tienen que ver con esos límites. Si ya en el año 2002 se estrenó en Madrid con una pintura mural que ocupaba por completo las paredes de la sala de exposición, en 2015, los cuadros fueron fragmentos de una intervención a mayor escala que rebosaba las planchas de aluminio colgadas en la pared y continuaba por los muros de la galería convirtiendo el cuadro en un fragmento de una acción pictórica mayor. Ahora, para la muestra (NO) BIG DEAL, independientemente de que los cuadros se revuelvan en sí mismos o sus líneas pretendan huir en otras direcciones, la pintura se concibe como un ente u objeto autónomo, una individualidad frente al resto.

Su pintura parte de unas premisas tan claras como borrosas, tan subjetivas como colectivas: el art brut, la escritura automática de base surrealista o el acto creativo como un freudiano “estado alterado de la conciencia”. Así sus cuadros siguen sosteniendo un eco que nunca se apaga de impulsos pictográficos que discurren por las estelas teóricas de personajes como Tristan Tzara, Paul Éluard o Hans Prinzhorn. La forma en Zitko debe entenderse como resultado plástico de un estado mental de pulsión. En cierto sentido hay algo de alucinatorio y delirante en su pintura que al carecer de bocetos preliminares y de suprimir cualquier distancia y tiempo entre idea y ejecución, hay una acción real, un registro directo e inmediato de un acto físico.

Zitko ha titulado uno de los cuadros expuestos en (NO) BIG DEAL “Autorretrato como nudo gordiano”. Y quizás, de alguna forma, el artista lleva intentando solucionar este complejo asunto de desatar lo anudado años y años a través de la pintura. Unas veces ese nudo gordiano se aprieta poderosamente y otras se ata más superficialmente. Cuenta la leyenda que Gordias, como ofrenda, dio su carro al templo de Zeus, y que lo ató junto a su lanza y su yugo con un nudo tan complicado que nadie podía desatarlo. La solución más célebre y drástica fue la utilizada por Alejandro Magno cortando el nudo. Zitko sin embargo parece llegar a otra conclusión bien distinta: deshacerlo para así desvelar el enigma legendario de la pintura.