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Exposiciones
- Kiko Pérez
Misterio
Bajo el título Misterio, Kiko Pérez (Vigo, 1982) presenta en la Galería Heinrich Ehrhardt su tercera exposición individual.
Mientras que algunas de las claves de su trabajo permanecen en sus nuevas piezas, otras dinámicas referentes a la metodología, la elaboración, los materiales o las formas de visualización emergen como prácticas inéditas en su producción actual.
Así, por un lado, el papel sigue siendo un elemento central y de ahí la gran cantidad de desarrollos vinculados a este material que Pérez ha llevado a cabo durante estos últimos años y cuyas últimas investigaciones -papeles fragmentados, recortes y vaciados- se muestran ahora. Pero por otro, nuevas figuras escultóricas, muchas de ellas provenientes de ensayos que salieron precisamente del papel, ocupan repentinamente el espacio generando un conjunto de obras exentas, en pie y sostenidas por sí mismas, que plantean un recorrido, a veces laberíntico y otras ordenado, para que el espectador deambule entre las obras.
En esta nueva muestra se produce por tanto una dualidad pintura-escultura que si bien se ha dado siempre en el arte de Kiko Pérez, se vuelve ahora mucho más evidente. La escultura no es ajena al artista ni tampoco lo es la madera o el DM, materiales que utiliza en la mayor parte sus nuevas figuras recortadas. Pero lo que sí se podría considerar desconocido es la propia configuración espacial de estas piezas recientes: el lugar, la escala y la transición sufrida desde el fragmento hasta la forma. Formas extrañas, alienadas, que abrazan al mismo tiempo la consistencia de un cuerpo, la figura, y la abstracción más absoluta. Se trata de enormes recortes que actúan como distintas piezas de un puzzle donde el detalle se agranda mientras que los contornos se escurren y desaparecen hasta conformar dos siluetas en una misma forma. Piezas que parten de una misma matriz, desencajadas en un interior y exterior diferenciados, y que “misteriosamente” adquieren volumen y entidad propios. En su obra escultórica Kiko Pérez ya había tratado el cuerpo fragmentado como fetiche, aparato de tortura, prótesis o instrumento sexual sin embargo ahora la nueva pátina de color, el papel pintado cubriendo la superficie del DM, confiere a estas esculturas de una mayor voluptuosidad y modernismo.
Respecto a la obra sobre papel, el artista presenta piezas en forma de cortinajes rítmicos que, al igual que las esculturas, vuelven a cuestionar y pronunciarse sobre lo óptico en una especie de desconcierto visual cercano a algunos de los planteamientos icónicos del op art. Tiras de papel que en juegos cromáticos degradados generan una métrica lineal en descarada oposición a la redondez de las formas escultóricas.
Si las primeras composiciones de Kiko Pérez hacían habitualmente referencia a la geometría, collages y superposiciones de elementos de factura cálida y accidentada, para más tarde aproximarse a una nueva versión de lo orgánico que conllevó una desgeometrización de la forma, ahora se produce un fenómeno visual donde ya no es solamente la mano del artista la que hace el cuadro sino su mirada, rápida, distorsionada y movida cuando sigue la cadencia de las nuevas cortinas de papel, y lenta, contemplativa y experimental cuando recorre los contornos redondeados y los huecos de las esculturas en la concepción más óptica del misterio.