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Exposiciones
- Peppi Bottrop
Going deeper underground
Las obras que Peppi Bottrop (*1986) presenta bajo el título de Going Deeper Underground, en la que es su primera exposición en España, son “situaciones construidas”, movimientos concretos de la vida hacia una organización colectiva. Como juego de acontecimientos, las distintas velocidades que se dan en su pintura, las diferentes zonas en las que se compone, actúan como entes autónomos volcados en la constitución de un plano pictórico común, en una visión utópica de la pintura entendida aquí como repetición y trance. Una suerte de Motorik, en referencia a la reinterpretación que Michael Rother y Klaus Dinger, entre otros, hicieron de ese concepto rítmico empleado fundamentalmente para la música barroca.
Going Deeper Underground se organiza en torno a una serie de obras extensas y largas, construidas mediante manchas expansivas que cubren, como ecos y reverberaciones, la superficie de las telas. Ciertos movimientos fugaces quedan depositados en los cuadros como manchas en suspenso. Entre la parálisis y la vibración, estas ondas expansivas dejan sólo una parte de la pintura visible; el resto desaparece y se pierde como rastro, goteo o zumbido. Junto a la mancha suceden otras cosas en los cuadros: gestos repetidos y amplificados, arabescos rápidos y cubriciones discontinuas, que entre capas y disonancias latentes transitan la inmensidad de lo pictórico, desde el ruido ensordecedor al eco abismal.
Cuando en 1967 The Velvet Underground comenzaron las grabaciones de Sister Ray, en la única toma que al parecer se produjo, se utilizó un tipo de distorsión y un volumen elevadísimo en el sonido de los instrumentos, en especial para la viola de Cale, hasta llevarla al punto de saturación máximo en el que cual ese sonido pudiera ser registrado. Algo casi indefinible, que misteriosamente denominaron “oomph”. Las cosas en la pintura de Bottrop tienen lugar también en un espacio al límite de lo registrable. Suceden fuera de nuestra vista; suceden también como “oomph”.
En sus nuevos trabajos, determinados patrones básicos de composición son forzados para plantear al mismo tiempo, y en la misma “situación”, distintas lecturas. Si habitualmente la pintura de Bottrop ha sido asociada a lo industrial debido a la utilización de materiales propios de ese medio, ahora lo industrial es también una toma de posición, el lugar del margen. Desde allí, como procesos de combustión y resonancia, otorgando un valor metáforico al espacio, Bottrop entiende su pintura como un terreno incorpóreo, de metamorfosis biológicas, de “transmutaciones” como sostenía Asger Jörn, en lo que algunos intelectuales cercanos a la pintura alemana de la década de los 80, llamaron “sociología de lo orgánico”.
Mientras unas pinturas se encuentran en lo primario, en la pulsión de la pintura rupestre, otras están en el automatismo. Hay partes incorregibles que suceden con cierto grado de inmediatez en el gesto, y hay otras que se construyen bajo procesos más lentos, con una profunda carga simbólica y con mensajes más bien ocultos, combinando materiales fragmentados y adheridos a la superficie, y ornamentos o símbolos pseudo-rituales y mágicos.
Espacio para acciones llenas de fantasía llegó a titular Albert Oehlen una de sus pinturas en 1983. Ahí es donde precisamente parece tener lugar la pintura de Peppi Bottrop