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Exposiciones
- Privado: Sarmento
Dad
La Galería Heinrich Ehrhardt presenta el trabajo del artista portugués Julião Sarmento. Bajo el título DAD, Sarmento, reúne varias de sus últimas piezas, fotografías, pinturas y esculturas que discurren alrededor de una instalación principal que ocupa la totalidad del espacio expositivo de la galería. DAD es una exposición elíptica, con un discurso circular, en el que todas las piezas y obras del proyecto construyen una extensa cartografía de asociaciones. Muchos de los conceptos y temas que aparecen en algunas de las obras, resurgen en otras mientras que las ideas generales se traducen en significados concretos que desvelan una compleja trama con alusiones a los asuntos centrales en la obra de Sarmento. El cuerpo femenino, plantas de edificios, reflexiones sobre el gesto pictórico y referencias a Edgar Degas y Marcel Duchamp constituyen las claves de una instalación centrifuga en la cual se parte de una iconografía puntual para terminar abarcando múltiples relaciones.
Todo ello aparece reunido en torno a First Easy Piece, instalación principal de la muestra que discurre alrededor de un muro pintado de gris, una escultura colocada sobre unos palets de madera y un conjunto de obras colgadas en la pared. La escultura es una interpretación de la famosa figura de Edgar Degas, Pequeña bailarina de 14 años, que Julião Sarmento utiliza ahora como referencia, casi conceptual, para pervertir e incluso potenciar en su nuevo modelo escultórico, algunos de los rasgos que hicieron de esa escultura de 1881 una pieza transgresora y provocativa.
El escándalo que Degas generó al exponer esa obra en una de las exposiciones impresionistas, queda ahora en el vago recuerdo cuando Sarmento interviene la figura y la dota de algunos rasgos físicos, prominente pecho, completa desnudez, que contrastan con un inquietante canon en el que el tamaño de la figura crea cierta distorsión con la realidad. Si la pieza original generó tal escándalo fue por su brutal realismo: la pintura imitaba el color de la piel, el pelo era verdadero y su ropa auténtica; ahora, en el caso de Sarmento, la figura desnuda es aún más realista si cabe, al menos en lo que a forma y erotismo se refiere, pero a pesar de partir de un modelo generado con una impresora de 3D, que otorga por tanto una forma absolutamente realista a la escultura, ese realismo es al mismo tiempo una perturbadora ficción. De tan puro, deviene en algo inhumano. La copia de la forma.
Un ready made a imagen y semejanza del cuerpo femenino en el que la textura de la pieza y el cuerpo, a medio camino entre la juventud y la madurez, entre lo erótico y lo distante, crea las tensiones de la presencia arrebatadora y la ausencia de algo que nunca podremos, como espectadores, alcanzar. Y junto a la escultura, sobre la pared, varias obras que precisamente inciden en estos temas, el vacío, la abstracción, la construcción, la arquitectura y el color así como un breve dibujo explicativo que hace alusión directa a la idea de elipsis y otra referencia a Duchamp que se convierte casi en una respuesta encubierta a aquella célebre pregunta que pronunció el artista francés, Why Not Sneeze Rrose Sélavy?, cuyo título, modificado e invertido supone la visión de Sarmento sobre las incertidumbres conceptuales y plásticas de Duchamp. Sarmento plantea aquí formas fugitivas y huidizas, ambiguas, como una inevitable razón de ser de la finitud humana. Una disyuntiva entre el fin y la continuación, entre la nada y el ser, entre el pasado y presente.
Esta circulación de temas es en realidad una vieja idea duchampiana que recorre la exposición junto a la previa transgresión de Degas, y sugiere una cierta deshumanización del arte, la desaparición de la forma enfrentada a la forma pura.
Esta exposición forma por tanto una gran naturaleza muerta, como aquellas que planteó Duchamp al final de su vida con Étant Donnés; un laberinto con muchas entradas y varias posibles salidas pero un solo tema repetido, la elíptica visión del tema del arte por antonomasia. Ese circular devenir sin casi escapatoria que empieza y termina una y otra vez, con un incansable estado de estupefacción y reflexión en el que atrapados desafiamos, tal y como hace la bailarina de Sarmento, la idea histórica de representación realista, del espacio real y del ficticio, del tiempo y su percepción. Un lugar ausente y único.