La forma y el tema son dos ejes vertebradores de la pintura. Y al mismo tiempo constituyen partes esenciales en la obra de Günther Förg. Pero no lo hacen como aspectos disociados y autónomos sino como confluencia estética y conceptual. La construcción puramente formal obedece a un tema mientras que este, su asunto y su contenido responde a la forma. Y es esto lo que precisamente se percibe cuando nos aproximamos a esta nueva muestra de Günther Förg en la Galería Heinrich Ehrhardt. Mientras que en las cinco exposiciones individuales anteriores en Madrid, empezando allá por 1998, el protagonismo se centraba en un cuerpo de trabajo muy concreto, bien pictórico o bien fotográfico, en esta ocasión la reunión de cuarenta lienzos remite a un sistema inédito. Se trata de una muestra en la que cada una de las obras más que pertenecer a una línea estilística o serie definida en el trabajo de Förg se desenvuelve entre clases y procedimientos que el artista desarrolló entre los años 2002 y 2003.

Como si de un punto de inflexión se tratase, la pintura que realiza durante estos años supone un conclusión y un apunte. Conclusión porque aunque algunos de los temas asociados a unas formas habían tenido en su pintura un desarrollo anterior, es ahora cuando encuentran un momento de concentración más álgido, y apunte porque este periodo se descubre como el punto de partida de algunos de los aspectos en los que su pintura devendrá unos años después. De esta manera, con esta muestra, nos encontramos con un cuerpo de trabajo muy preciso que sin embargo no es unidireccional, sino que más bien se erige como el nudo en el que se desarrolla gran parte de la esencia de su pintura que entrelazada va configurando las formas y los temas que con mayor profundidad y repetición despliega y construye posteriormente.