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Exposiciones
- Thilo Heinzmann
Bird of prey says no grey
Bird of Prey Says No Grey es el título bajo el cual Thilo Heinzmann presenta su sexta exposición individual en la Galería Heinrich Ehrhardt. A través de un juego de palabras se alude a una metáfora cuya referencia a las aves de presa plantea algunos conceptos de su imaginario pictórico: color, velocidad, aire y vuelo. Como si del aleteo de un pájaro o del rastro sonoro y cromático de sus alas en el aire se tratase, Heinzmann indaga en la yuxtaposición de lo relativo de la belleza y su concepción del mundo.
Desde el uso de la materia y el color, en este caso del pigmento sobre lienzo, pero también de la forma y el gesto, Heinzmann activa las coordenadas del espacio y del tiempo para que sean éstas las claves transformadoras del arte. La materia sería aquí la herramienta fundamental para desarrollar ese cambio, haciéndose visible y latente que en las obras el espacio es concentración y expansión, mientras que el tiempo es eternidad y fugacidad, dinamismo y estatismo. La aproximación analítico-sintética al trabajo de Heinzmann, su suspensión y su velocidad, nos conduce a un lenguaje primario y colectivo, el del color y la materia en movimiento, que resuena aquí mediante un imponente eco.
El uso del color es otra de las cuestiones clave de Heinzmann. En la presente exposición, y no solo en cada una de las obras individuales, sino en la concepción del conjunto, el color cubre el espacio y lo transforma. Los muros rojos actúan como forma integradora e integral encarnada en los diversos colores repartidos por las obras. Algunas fuentes de la historia del arte sobrevuelan este imaginario cromático; una de ellas podríamos situarla próxima a la teoría del color y las reacciones ante estos estímulos sensoriales desarrollada a finales del siglo XIX en Francia (fundamentalmente a través de Fréderic Portal, Chevreul o el Dr. Feré) cuyo apogeo se vive durante el impresionismo y la célebre índigo o violeta manía. Así, el propio Manet llegó a decir: “Dentro de tres años ¡todo el mundo pintará en violeta!”. Y si para el francés éste era “el verdadero color de la atmósfera”, es curioso que en el último trabajo de Thilo Heinzmann en relación con los pigmentos se produzca una recreación del cambio de elementos dominantes en la pintura de finales del siglo XIX: los ecos del impresionismo, los desbordantes azules, sus manchas y colores mezclados, parecen dar paso ahora a otros, divididos y separados, mucho más vinculados al fauvismo. Y justo eso es lo que sucedió en el cambio de siglo: el violeta asociado a la melancolía, la tristeza e incluso el luto, había provocado tal obsesión que de la noche a la mañana apareció frente a los ojos de la nueva pintura el rojo. Precisamente el color con el que Heinzmann cubre la galería. “Fauvismo es cuando hay rojo” dicen que le sugirió Matisse a Georges Duthuit. Y así, mediante esos efectos ópticos, el ojo de Heinzmann cautivador y concentrado, nos invita, junto a su mano dinámica y fulminante a contemplar forma, color, espacio y tiempo como las verdaderas fuerzas de la pintura de nuestra época y el esplendor material del mundo.