Galería Ehrhardt Flórez

Exposiciones

  • Fernando García

New Haven Paintings

16/11/2024 - 13/01/2025
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.17) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.19) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.10) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.22) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.50) acuarela sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.32) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.21) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.27) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.53) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.26) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.54) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.34) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.24) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.18) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.35) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.48) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.20) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.51) acuarela sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)
Fernando García New Haven Paintings, 2023 (FG.24.25) gouache sobre papel 20 x 12,5 cm 23,5 x 16 cm (enmarcada)

Fernando García se ha movido, a lo largo de su vida, de Madrid a Los Endrinales, de México a Barcelona, de Berlín a Jyväskylä, de Montreal al Puerto de Santa María o de Premià de Dalt a Jerez de la Frontera. En sus viajes y mudanzas, y en su cronología, es casi imposible dar cuenta de todos los aspectos que tiene su obra, que incluye numerosas series distintas e innumerables piezas individuales. Sin embargo, la cronología proporciona una estructura para rastrear la aparición de temas, técnicas, medios, modos de producción y géneros particulares que han sido constantemente reciclados, revisados y reabsorbidos a medida que han ido impulsando nuevos trabajos.

La obra reciente de Fernando García, de la que una parte se reúne ahora en la cuarta exposición individual en la galería, bajo el título de New Haven Paintings, remite no tanto a experiencias personales o a rutinas diarias de su vida, sino a otras cuestiones que han empujado su práctica hacia otros lugares alejados del folclore o lo autóctono, y cerca de un ideal universal en el que el sintetismo de los métodos y las formas juega un importante papel. Este conjunto de obras sobre papel expresa una realidad nueva. “Un arte que transforma la vida y el mundo” decía Max Bill. Cuesta creer que, en relación con otros cuerpos de trabajo muy característicos de Fernando García, donde la escala y el proceso han sido determinantes, ahora en estas obras de un tamaño mucho menor, se explicite su voluntad de conocimiento y espíritu humano. Realizadas lejos de los cánones del tiempo y la rutina que habían perseguido sus trabajos anteriores, García asume ahora determinados principios de la modernidad con obras de dinamismo estático y vibrante atravesadas por el enigma, el sistema y la repetición.

Como ha hecho en múltiples ocasiones, se acerca a hitos (literarios, estilísticos, conceptuales y formales) de la historia universal para, a partir de sus fundamentos teóricos, articular una gramática que le otorga una grandísima variedad de disciplinas, acabados, facturas y estilos. Se ha acercado al retrato, al paisaje, al ready made, al humor y a la fantasmagoría. En su trabajo permanece la huella de artistas fallecidos con los que ha establecido extrañas colaboraciones en forma de homenajes, y al mismo tiempo ha integrado a otros aún vivos haciéndoles partícipes de sus propias obras. Desde la acumulación, la recolección y el reduccionismo ha realizado proyectos y exposiciones que o bien combinaban todos estos aspectos en uno o bien se enfocan en un campo de acción mínimo.

Teniendo mucha relación con lo manual, su trabajo no se ciñe únicamente a lo plástico. El lenguaje de García, su práctica muchas veces deliberadamente oculta, resguardada de miradas externas, y recopilada en libros de artista y cuadernos de apuntes, se enmarca en un camino de redefinición del papel del artista en relación con los sistemas sociopolíticos y socioeconómicos. Su trabajo lejos de ser autobiográfico es auto reflexivo, porque trata de establecer conexiones superiores a lo subjetivo entre su propia práctica, la cronología y el mundo.

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Conviene destacar, para situar su obra en los distintos contextos en los que se ha ido desarrollando, que hay episodios de su trabajo que son mucho más conceptuales que los de una producción más reciente y a día de hoy más reconocible. En sus inicios, utilizando herramientas que podríamos considerar tradicionales en el campo de las artes visuales, como por ejemplo la pintura, el tema se inscribió en lecturas teóricas propias de las corrientes conceptuales. Sus “obras mexicanas”, sus “pinturas de texto”, sus “cuadros blancos” (colaboración con Ignasi Aballí) o sus “cuadros caros”, por citar simplemente algunos ejemplos, permitieron que se dieran en paralelo sentidos pictóricos y cromáticos junto a reflexiones sobre la lógica del mercado y el capital, o la idea de autoría y originalidad.

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Por otro lado, y también con motivo de esta exposición, acompañando la serie de gouaches sobre papel, se presenta un nuevo volumen de sus cuadernos de artista. Es imposible considerar el trabajo de García fuera de sus publicaciones y libros autoeditados. Casi cada uno de sus proyectos más destacables va acompañado de una publicación, un cartel o una tarjeta publicitaria de su diseño. Estos materiales no son complementarios, sino que son también el centro de su práctica. Al igual que los cientos de dibujos, planos, bocetos y textos sobre muchas posibles exposiciones u obras, la amplitud de todos estos apuntes concentrados en diferentes volúmenes que reúnen ideas y proyectos de varios años ofrecen una ingente masa crítica a su trabajo. Para Fernando García a veces “más es más”, y no simplemente por tamaños, número de obras o volumen: es imposible ignorar este aspecto a lo largo de su carrera, aunque en esta presente exposición rehúye precisamente de ello. El alcance de su producción, y la relectura y redefinición de los sistemas de distribución son indicativos de su interés por construir y modelar una práctica completa. Así, el análisis de su obra y de sus ya casi veinticinco años de carrera supone un gran desafío frente los clásicos sistemas de producción porque insiste en que nada se considere secundario o suplementario.

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Roberto Ohrt señaló sobre Kippenberger que “aparte de Beuys, había sido uno de los pocos artistas que determinó todos los aspectos por poco importantes que fueran, del sistema del arte con igual detalle (y a veces, como en el caso de los carteles, incluso estilísticamente similar)”. García ha intentado no perder la oportunidad de extender su visión a áreas generalmente consideradas superfluas del negocio del arte, y al hacerlo, tratar de definir el proceso de nuevo desde ese punto. Así, presta atención a la disposición de todos esos detalles como una característica particular de sí mismo como artista, incluso casi como su deber: es decir, asume esta responsabilidad en todo momento y bajo cualquier condición, y la percibe como una prueba de su propia capacidad de acción, y lo entiende como lugar desde el que ampliar su ámbito de actividad. Por ello los libros autoeditados constituyen un estudio exhaustivo de su obra. Convendría destacar aquí el origen del póster de la exposición New Haven Paintings*: utilizando como referencia un diseño de Ed Ruscha de 1962 para una exposición colectiva en el Pasadena Art Museum, y tal y como por ejemplo hicieran The Clash al reutilizar para su célebre London Calling el mismo diseño que se había utilizado en el álbum de debut de Elvis Presley, García hace un nuevo guiño con el que pone punto y final a su serie de homenajes.

Cuando a través de su particular visión, García reflexiona sobre el papel del artista, plantea una nueva forma de conceptualizar y producir. Mediante una variada y amplísima gama de medios para su producción utiliza el acto de selección de obra como forma de producir arte. Y esto es precisamente una de las partes esenciales de su presente muestra. ¿Por qué esta exposición y no otra? La respuesta no la encontramos tanto en el tipo de obra seleccionada (podría haber sido otra muy distinta, también reciente; o podría haber sido un proyecto específico aún sin producir, pero ideado en sus cuadernos), sino en la elección del momento preciso en que cada grupo de obras, sea más reciente o más antiguo, se ha de hacer visible. Debido a una enorme producción que, en la mayoría de los casos, como comentábamos anteriormente, no siempre se hace visible al público, la cuestión sobre qué aspecto, serie o ciclo conforma cada exposición, se convierte en una práctica artística en sí misma. 

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García ha tenido etapas en las que lo lúdico tuvo una presencia poderosísima, pero no estaríamos desencaminados si afirmásemos que extrañamente sus obras nunca se han mostrado tan alegres e inmensas como en esta ocasión. Son de una magnética intimidad, mínimas en su tamaño, pero liberadoras y enormes en su concepción. Y eso, en tiempos difíciles, es muy relevante. Las obras de García proponen una secuencia de ascenso y descenso mediante distintas paletas cromáticas y diferentes intensidades. De alguna manera se muestra contenido pero eufórico. Hay una dualidad en esta exposición que combina dos perspectivas, una frontal y otra flotante, una aproximación individual y real a cada obra como unidad autónoma y al mismo tiempo un ritmo, un eco o un coro que entrelaza todas ellas. Su trabajo en general podría interpretarse como una práctica llena de aristas difíciles de esquivar pero, como algunas voces comentaron en su momento, tras la publicación de The Man in Me (1970), de Bob Dylan, se trata de permitir que alguien entre en la parte de tí mismo que ocultas al mundo; y esos sencillos pasos se sienten ahora como una exhalación.

 

 

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