“Helmut Dorner o la notable lentitud del gesto de una comprensión en general” (Denys Zacharopoulos), “Una pintura de modificaciones” (Ulrich Loock), “Pintar al revés” (Alain Cueff), “Hacia una pintura espectral” (Jean-Charles Vergne). Los títulos de algunos ensayos publicados sobre la obra de Helmut Dorner indican que ya no se presta a una clasificación tradicional y determinada.

Las múltiples tendencias dentro de su pintura, articuladas por la gama de diferentes materiales y procesos, lo fragmentario de su arte, visualizado por la variedad de la estructuración de las superficies, le colocan en una posición solitaria.

La pintura de Dorner no es figurativa, pero tampoco es abstracta. Tiene vínculos con paisajes y climas experimentados, como si tratara de salvar una pintura, antaño de paisajes, reduciéndola a pura luz y color. El óleo y laca que Dorner utiliza, articulan cada una de las diferentes posibilidades y dimensiones de la experiencia. Mientras los óleos emiten un tacto y una materialidad extremos, los cuadros realizados en laca se dirigen más bien a la sensibilidad intelectual.